ORANDO POR MIS HIJOS

22.09.2010 08:17

   

ORANDO POR MIS HIJOS:

Angela Cecilia y César Amador

 

´´ Dame, Oh señor mío un hijo

que sea lo bastante fuerte

para saber cuando es débil y

 lo bastante valeroso para enfrentarse

consigo mismo cuando sienta miedo;

 

un hijo que sea orgulloso e inflexible

en la derrota honrada,

 pero humilde y magnánimo en la victoria.

 

Dame un hijo que nunca doble la espalda

 cuando deba erguir el pecho;

 un hijo que sepa conocerte a Ti...

 y conocerse a sí mismo,

que es la piedra fundamental

de todo conocimiento.

 

Condúcelo te lo ruego,

no por el camino cómodo y fácil,

sino por el camino áspero,

aguijoneado por las dificultades y los retos.

 Allí déjale aprender a sostenerse

firmes y digno en la tempestad y

a sentir compasión por los que fallan.

 

Dame un hijo cuyo corazón sea claro,

 cuyos ideales sean altos;

 un hijo que se domine a sí mismo

 antes que pretenda dominar a los demás;

un hijo que aprenda a reír

pero que también sepa llorar;

Un hijo que avance hacia el futuro

pero que nunca olvide el pasado.

 

Y después que le hayas dado todo eso,

agrégale, te lo suplico,

suficiente sentido del buen humor,

de modo que pueda ser siempre serio

pero que no se tome a sí mismo demasiado en serio.

 

Dale humildad para que pueda recordar

siempre la sencillez de la verdadera grandeza,

la imparcialidad de la verdadera sabiduría;

la mansedumbre de la verdadera fuerza.

 

Entonces yo, su padre, me atreveré a murmurar:

 

 No he vivido en vano ´´

 

Tu devoto,

  

César Gago Arenas

 

Quisque 2010

 

Carta de un hijo a su padre:

Escribe: César Gago Arenas

  Señor:

 PADRE, HOMBRE, AMIGO

 Quiero papá, regalarte algo; que para otros que no han vivido lo que tú has vivido; representaría poca cosa.

Esta carta decidí escribirla cuando pensé en comprarte un regalo para el ¨DÍA DEL PADRE¨. No se me ocurrió ninguno que pudiera llenar algo que te faltara. Por eso te escribo. Como señal de agradecimiento, admiración y reconocimiento.

La palabras buenas suelen decirse demasiado tarde, siempre a destiempo, cuando quien las merece ya no las puede escuchar. Eso es lo malo de las personas y sucede, parece mentira, entre aquellas que mas apreciamos.

Quiero decirte, ahora que estás entre nosotros, algunas palabras que no quisiera pensarlas cuando ya no estés.

La finalidad de esta carta es dejar las bases sentadas de lo que me enseñaste; o mejor dicho lo que nos enseñaste, porque mis hermanos (as) y quienes te conocemos de cerca, estoy seguro comparten el mismo sentimiento que yo.

 -  Te he visto ser honesto con tus ideas, aunque discrepé de muchas de ellas.

 - Te he visto ganador cuando perdiste, demostrándome que a veces perdiendo es cuando más se gana.

 - Te he visto tratar de entender cuando te falté, enseñándome que hay que ser más fuerte para saber perdonar que reprochar.

 - Te he visto reír en momentos difíciles, sin demostrarme asomo de autocompasión propia de cobardes.

 - Te he visto callar problemas grandes, preocupándote por resolver uno pequeño que yo te contaba.

 - Te he visto pasar barreras muy duras sin que ellas cambiaran tu estado de ánimo para impedir la repercusión en nosotros.

 - Te he visto soportar en silencio críticas cuando nos atrevíamos a juzgar tu comportamiento ¡que tal raza!.

 - Te he visto compartir con nosotros hasta lo que no tenías para demostrarnos que nada te hacía falta.

- Te he visto siempre optimista sin perder el humor cuando seguramente no te quedaba salida alguna.

- Te he visto luchar por la unión de tus hijos porque perdiste mucho por la falta de unión de los que creíste tuyos.

- Te he visto ser amigo, hombre y padre. Amigo para entenderme siempre con tu simple pero extraordinaria filosofía. Hombre, soportando experiencias que pudieron destruirte y Padre cuando me enseñaste hace pocos días con el ejemplo, que cuando el cariño, el respeto y el amor se pierde, los hijos pueden ser huérfanos mucho antes que sus padres dejen este mundo.

 Un abrazo

 Tu hijo

 

Volver